sábado, noviembre 24, 2007

CAPITULO 4

El teléfono móvil comenzó a vibrar en su cintura sin emitir ningún sonido. Había dejado el coche en la calle anterior al descampado. Permanecía de pie detrás de un árbol observando el Mercedes. La llamada es lo que estaba esperando.
-Si... dime...
-Sigue en el hotel –dijo la voz de una mujer al otro lado de la línea telefónica.
-¿Estas segura? –su voz era apenas un susurro.
-Sí –afirmó-, estoy segura...
-¿Cómo de segura? –quiso saber mientras ubicaba el móvil en su oreja izquierda y lo presionaba con su hombro para tener las manos libres-. ¿Lo has visto? –sacó un par de guantes negros del bolsillo del pantalón.
-¡Estoy segura! –repitió elevando la voz-. Muy segura... ha encendido la luz –prosiguió-, se acaba de levantar. Así que estoy segura pero, date prisa todavía tardará en entender lo que sucede o puede que quiera abandonar el hotel lo antes posible. ¿Dónde estás?.
-Se ha parado en un descampado al salir de la autovía. Parece que está vomitando...
-Aprovecha la ocasión.
El silencio se escenificó en la línea telefónica durante unos segundos.
-¿Me has oído? –preguntó eufórica la mujer-. ¿Sigues ahí?.
-No es tan fácil... –tartamudeó mientras se ajustaba los guantes-, no sé... no sé si hacemos lo correcto... –volvió a coger el teléfono móvil con la mano, esta vez enguantada.
-Dime tú que es lo correcto –la ira se generalizaba por su voz-, ¿acaso tú lo sabes?. ¡Dímelo!. Porqué te juro que yo no lo sé...
Volvió el silencio.
La mujer dejó que se alargara dejando así un espacio de tiempo que alcanzó un minuto.
-Está bien –dijo con voz tangible-. Vigílalo, no le pierdas de vista. Yo me ocuparé de la chica... –y colgó.

Guardó el móvil en su funda y abrió la cremallera de su chaqueta. Del bolsillo interior sacó un pañuelo blanco que untó con el líquido transparente de una pequeña botella que llevaba en el otro bolsillo.
Unas luces iluminaron la entrada de la explanada y el claxon de un coche se izo sonar. Se asomó para ver que ocurría.
El Mercedes de Sofía se interponía a un flamante BMW que quería salir. Desde aquella distancia no alcanzaba a distinguir más que las siluetas de los ocupantes del coche. Escuchó como la voz de un joven decía a Sofía que apartará el coche de su camino.
Alcanzó nuevamente el móvil de su cintura y marcó...
-Dime que ya lo has hecho –contestó la misma voz de mujer al segundo tono-. No quiero oír otra cosa...
-No puedo –la interrumpió.
-No me jodas... –dijo mientras levantaba la voz.
-¡No me jodas! –volvió a gritar. El hombre tuvo que apartarse el móvil del oído-. ¿Me has oído bien?. Ya puedes comenzar a...
-Te he dicho que no –volvió a interrumpirla-. ¡Escúchame, joder!. No está sola, Sofía no está sola...
-Mierda –su tono de voz cambió por completo-. Esta bien –prosiguió después de resoplar intentando controlar la situación-, lo que tenemos que impedir como sea es que llegue a su casa. ¿Con quien está?. Salió sola del hotel.
-No es ningún conocido o acompañante...
-Entonces, ¿qué es lo que ocurre?.
-Parece ser que había una pareja en la explanada, estaban con las luces apagadas, esto está bastante oscuro hay poca luz y por eso no los he visto. Sofía tampoco se ha dado cuenta pues ha dejado el coche atravesado en mitad de la salida.
-¿Y? –pregunta la mujer.
-Que ahora quieren salir –contesta.
-Bien, espera a ver que pasa –explica con voz serena-. Si Sofía marcha síguela e intenta que no llegue a su casa. No podemos hacerlo allí. No podemos arriesgarnos a que ningún vecino nos vea. Ella jamás deberá llegar a su casa. ¿Dónde fue la última vez que vieron a Sofía? –pregunta al hombre que sigue con los guantes puestos.
-En... –empezó a tartamudear-, o saliendo... del hotel.
-Respuesta correcta. Ya me preocuparé si hace falta de que no salga del hotel pero, tú haz lo que tienes que hacer...
La voz de la mujer dejó un silencio en el auricular seguido de unos tonos repetitivos, había colgado.

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